Estaba triste el piano
en el concierto,
olvidado en su frac sepulturero,
y luego abrió la boca,
su boca de ballena:
entró el pianista al piano
volando como un cuervo,
algo pasó como si cayera
una piedra
de plata
o una mano
a un estanque
escondido:
resbaló la dulzura
como la lluvia
sobre una compana,
cayó la luz al fondo
de una casa cerrada,
una esmeralda recorrió el abismo
y sonó el mar,
la noche,
las praderas,
la gota del rocío,
el altísimo trueno,
cantó la arquitectura de la rosa,
rodó el silencio al leche de la aurora.
Así nació la música
del piano que moría,
subió la vestidura
de la náyade
del catafalco
y de su dentadura
hasta que en el olvido
cayó el piano, el pianista
y el concierto,
y todo fue sonido,
torrencial elemento,
sistema puro, claro campanario.
Entonces volvió el hombre
del árbol de la música.
Bajó volando como
cuervo perdido
o caballero loco:
cerró su boca de ballena el piano
y él anduvo hacia atrás,
hacia el silencio.
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Midway
in the concert,
the piano grew pensive,
ignored in its gravedigger’s frock coat;
but later it opened its mouth
-- the jaws of leviathan:
the pianist then entered his piano
and deployed like a crow;
something happened, like a silvery
downfall
of pebbles
or a hand
in a pond,
unobserved:
a trickle of sweetness
like rain
on the smooth of a bell,
light fell
through the padlocks and bolts of a house,
to the depths,
an emerald crossed the abysses,
the sea gave its sound
the night
and the dews
and the meadows,
the steepest ascents of the thunderbolt,
the symmetrical rose sang aloud
and quietness circled the milk of the morning.
So melody grew
in a dying piano,
the naiad’s
investiture
rose on the catafalque
from a margin of teeth,
piano, pianist,
and concerto plunged downward, oblivious,
till all was sonority,
torrential beginnings,
consummate gradation, a bell tower’s
clarities.
Then the man in the tree
of his music came back to us.
He came down like
a blundering crow on its course
or a lunatic dandy:
the whale-mouth closed up
and the man walked away
to a silence.
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